Mujica, el Canciller y un problema que persiste

16/May/2011

El País, Martín Aguirre

Mujica, el Canciller y un problema que persiste

15-5-2011 por Martín Aguirre
Se dice que en un país pequeño, el Canciller es más importante que el Ministro de Economía. Y durante su historia, Uruguay hizo honor a esa máxima, ubicando en esa cartera a algunas de las figuras de mayor relieve político. Sin embargo, en las dos administraciones del Frente Amplio el cargo ha estado rodeado de críticas, polémicas y hasta choques directos con el Presidente de turno.
Si bien no llegó a la magnitud del episodio del “tren” entre el por entonces ministro Gargano y Tabaré Vázquez, las palabras del presidente Mujica días atrás ponen al canciller Almagro en una situación incómoda. “Lamentablemente se me escapó el Canciller, y cuando quisimos acordar se metió en el tema”, dijo Mujica en referencia al proyecto sobre la ley de Caducidad que hoy hunde al oficialismo en su más grave crisis de gobierno.
La llegada de Almagro al cargo, desde un principio generó interrogantes. De origen blanco, se trataba de un funcionario de carrera con poca visibilidad política. Algo que parecía una decisión saludable tras los dolores de cabeza que la agenda propia de Gargano había causado al gobierno anterior. El nuevo Ministro asumió con buen diálogo con la oposición, y sus primeras actuaciones invitaban al optimismo. Anunció que privilegiaría a los funcionarios profesionales por encima de los políticos, y que su gestión, si bien daría importancia a la región, buscaría mayor acercamiento con Asia, de donde venía de desempeñarse como embajador en China.
Su primera acción pareció coronarse con éxito, al lograr en pocos meses destrabar la disputa con Argentina por Botnia.
Pero en muy poco tiempo su actuación empezó a mostrar flancos débiles. Lo primero fue que, lejos de sus anuncios iniciales, la política siguió marcando la agenda de la Cancillería, con el nombramiento de varios embajadores itinerantes, casi todos políticos “jubilados”, cuya utilidad era un interrogante general. A partir de allí la Cancillería se enfrascó en dos juicios notorios, el de la tabacalera Philip Morris y el que la hija de desaparecidos, Macarena Gelman, inició en la OEA para conocer el destino de sus padres.
El primer caso motivó un duro choque entre Mujica y Tabaré Vázquez, cuando el actual Presidente, tal vez a propuesta de Cancillería, propuso relajar las medidas antitabaco, para evitar una condena millonaria. El segundo culminó con una sentencia contraria a Uruguay en un proceso donde muchos entendidos afirman que la defensa del país no solo fue débil, sino cómplice de la acusación. De allí surgió la idea de Almagro de redactar el proyecto que hoy sigue “embretando” al oficialismo más de lo que hubiera soñado ningún dirigente opositor.
Pero no fueron estos los únicos problemas que ha tenido Almagro en su breve gestión. El discutido impulso a la Unasur; las declaraciones explosivas del vicecanciller Conde atacando a Perú y a Colombia días antes de una gira presidencial; y los nuevos problemas con Argentina por trabas comerciales y bloqueos en organismos bilaterales, terminaron dinamitando los puentes con la oposición y con parte del propio gobierno.
Un punto especial en esta deriva lo ha marcado la crisis en la relación de Uruguay con Israel, tradicional aliado e importante socio comercial del país. Dos aspectos han potenciado este “enfriamiento”. Primero el reconocimiento al Estado Palestino, y el cambio radical de política que este gobierno ha dado al abordaje que históricamente Uruguay tuvo en este tema. Segundo, y lo que mayor inquietud ha generado en la colectividad judía local, el notorio acercamiento al gobierno iraní, ante el cual Almagro se desempeñó como embajador.
Este acercamiento a un país cuyo Presidente ha desconocido el Holocausto y ha llamado a la destrucción de Israel, ha incluido la negativa de Uruguay a votar en la ONU el envío de una misión que inspeccione los derechos humanos en aquella nación y otros apoyos en foros internacionales. Algo que llevó al embajador de Israel en Uruguay a afirmar que “no estamos nada felices con este acercamiento y tampoco lo entendemos”.
Ante todos estos hechos, y cuando apenas lleva poco más de un año de gestión, la posición del canciller Almagro exhibe hoy una debilidad alarmante. Sin apoyo opositor, con problemas internos con personal del ministerio, y ahora hasta con reprimendas públicas del propio Presidente, el futuro luce cuesta arriba para el resto del período de gobierno.
Frase.
“Se me escapó el Canciller. Lo llamamos al orden pero no tenemos como criterio agarrárnosla con el que se pasa por trabajar” (J. Mujica)